Reconozco que estábamos un poco nerviosos al principio, pero los nervios se dispersaron conforme transcurrió la ceremonia y empezó la fiesta.

Nuestro día inició muy temprano, en mi caso con la cita en la estética para el peinado y maquillaje. Alfonso se quedó en casa ultimando detalles y preparando maleta. Mi arreglo tardó más de dos horas, creo que muy bien invertidas. A la una de la tarde ya estábamos listísimos; a esa hora llegó el fotógrafo y comenzó la sesión. A partir de ahí, foto, tras foto, tras foto. Aun no he visto las que nos tomaron, sólo las que nos han compartido los invitados y algunas que yo tomé con el celular.
Fuimos los primeros en llegar al lugar de la recepción donde ya todo estaba dispuesto. El lugar del civil, las mesas decoradas, las lámparas de papel colgadas, las flores, ¡ no sabía a donde voltear a ver! Para todo este trabajo conté con el gran apoyo de mi amiga Rosy Rodríguez, experta en coordinación de eventos y quien me ayudó a estar más tranquila el día de la boda.
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